jueves, 16 de mayo de 2013

-- Un año de Bloguero.

Se cumple hoy un año que inicié este blog: "de mil humores".
El de hoy es mi artículo número 100... Una media de un artículo cada tres y pico de días, que es poco más o menos lo que pretendía. Bien.
¿Borradores? ¿Artículos no publicados? Unos 150: porque no les hallaba hueco, porque precisan una corrección, porque no me satisfacían o porque (como un padre con su hijo) no confío demasiado en que aún puedan valerse por sí solos.
Un año, un año hace que inicié el blog. 100 artículos, 129 seguidores, cerca de 2000 comentarios y rozando las 162.000 visitas.
Son solamente números y yo soy de letras.
La satisfacción de escribir, ya la conocía. El Blog, en ese sentido, no me ha aportado nada nuevo. Hubiera seguido escribiendo igual y así lo he seguido haciendo, aunque no haya salido nada a la luz.
Me ha aportado el blog, eso sí, muchas satisfacciones...
Un año de compartir mis escritos, me ha reportado un año de leer muchos escritos de mucha gente. En ese sentido, creo que he salido ganando. Porque si he ofrecido 100 historias, he recibido casi mil. Todo un tesoro.
Y todo un tesoro no es cuanto he leído de otros blogs. Todo un Tesoro, con mayúsculas, es haber conocido y entablado una relación (a veces lejana y a veces demasiado cercana) con la gente a la que he leído, seguido y con la que me he sentido cómplice día tras día, buscándoles o dejándome encontrar.
Un año de blog, a fin de cuentas, es un año de vida. Parece una gilipollez: pero quienes escribimos asiduamente, ya sabemos de sobras que vivimos el doble que el resto de los mortales.
Vivimos como seres vivos y vivimos como Escritores. La diferencia está en que quien no escribe muere un poco cada vez que se va a la cama. Y quienes escribimos, disfrutamos del milagro de la Resurreción cada día... Porque somos dioses delante de una página en blanco.
Me ha dado muchas satisfacciones mi blog. Muchas.
He sido un fabricante de historias. Un fabricante de personajes. Un fabricante de personajes que a mi antojo se han movido... o a su antojo han cobrado vida propia.
¿Cómo explicarlo?
Cómo decirle a quien por aquí se pase, que Escribir es como vivir sin saber lo que es un preservativo. Que las historias son las que te buscan, que los personajes -a las tantas de la noche- te piden que les des una oportunidad. Que los bolígrafos tienen  erecciones a las tres de la madrugada y te hacen saltar de la cama en busca de un trozo de papel o una esquinilla blanca del paquete de tabaco... para que no los olvides...
Un año de blog. Un año ya.
Y releo cada escrito, cada artículo, cada relato, cada poema, cada cuento: y hallo de todo en solamente un año. Odio, ternura, rencor, amistad, indignación, amor, indiferencia, sexo, tristeza, humor, nostalgias, risas, melancolía, besos, añoranzas, ilusiones... Abrazos que no di y abrazos que he dado. Muros de hormigón y mil fantasmas que sin dificultad los atraviesan...
Y todo ello, Soy Yo.
Detrás de todo, este Tadeo Sila inconformista, puñetero, enamoradizo y sonriente siempre.
Un Tadeo Sila que recuerda a cada instante, como Oscar Wilde llegó a decir, que "la Vida se vive, no se escribe..."
Vaya el presente artículo, el número 100, para todo el que me sigue o me ha seguido; el que me lee o me ha leído; el que comentó, el que no quiso comentar e incluso el que con nombre o sin nombre contribuyó con dos insultos a darme tema para un nuevo relato.
Todos, absolutamente todos, sois parte del blog. Ya he dicho alguna vez que un artículo no tiene punto y final hasta que no llega el último comentario.
Gracias, por supuesto, a los más cercanos. Sobran nombres porque sabéis reconoceros en este modesto silencio...
Y nada más.
Disculpas por esta tardanza en escribir que ha ido a la vez unida a la misma tardanza en leeros.
Un año de blog que os dedico.
Y damos comienzo al segundo, ¿o qué os pensáis?
Ni que Oscar Wilde fuera un Oráculo: la Vida, Wilde, se vive y se escribe.
Y cuanto más tiempo callas (porque vives), más temas tienes para escribir.