martes, 27 de septiembre de 2016

-- Running para novatos.

¡Y SEGUIMOS PONIÉNDONOS EN FORMA.... MÁS O MENOS!


    Ya dejé constancia, creo, de qué manera esos vídeos de Rocky me motivan y me hacen dar todo de mí. Y ahí sigo. Intentando superarme. Y si antes me motivaba solamente la Banda Sonora, ahora me motivan las imágenes de la peli e intento emularlas cada mañana.... En verdad, que me siento Rocky (no sé exactamente cuál, porque  hay muchos).  Pero es impresionante lo que día a día voy consiguiendo...

    
    El primer día, llevado de mi ansia de superación, perdí 1360 calorías en solamente diez minutos, ¡1.360 calorías, Dios...! Oh, ya sé que salí demasiado aprisa de casa y  que me dejé la bolsa con mis dos hamburguesas de pollo y papas fritas encima de la mesita de noche, además de dos latas de cerveza en el frigo, pero joder, ¡son 1360 calorías perdidas en solamente diez minutos, lo que tardé en darme cuenta de mi estúpido olvido y volver a subir las escaleras!


    Salí de casa, ya digo, con una voluntad hercúlea. Apoyándome con una sola mano, tal y como hace Rocky, salté la valla de mi casa. No vivo en una casa, sino en un bloque de pisos y la única valla que hay es la de los aparcamientos.  

    La salté airosamente y me comí, literalmente, la señal de Stop que hay después de la valla. Tampoco se me puede pedir más. Un camión que recogía la basura a esas horas de la madrugada, se detuvo unos instantes y tocó el claxon con un poco de guasa;  y los basureros que iban agarrados atrás me animaron con gritos de júbilo, "¡adelante, adelante!",  o quizás "¡los dientes, los dientes...!"  Sea lo que fuere no aplaudieron, porque se hubieran caído del camión de una manera muy tonta. Pero ese aliento que me daban (o desprendían) me animó a seguir corriendo, corriendo...


    Ese primer día, creo que me hice más de dos kilómetros. O al menos eso decía mi calculadora de bolsillo pegada con cinta aislante al hombro, porque aún no tenía aplicaciones de esas que te avisan cuando el bulbo raquídeo te va a salir por la nariz o el pulmón izquierdo va a dejar la calle hecha una mierda. Pero aseguro que llegué a casa y me miré al espejo y me sentí un hombre nuevo, un hombre totalmente desconocido.... aunque solo fuera porque había perdido las gafas y un pequeño atisbo de embolia cerebral me hacía torcer la boca a un lado y sostener el cigarrillo entre la nuez y el cuello de la camisa.



    Los demás días, me he ido superando. Ya abro la valla de los aparcamientos con el mando a distancia, en vez de saltar sobre ella. Parecerá una tontería, pero es algo que te motiva, saber que en esta vida puedes sobrepasar todos los obstáculos que te propongas con solamente poner un poquito de tu parte. Y corrí y corrí y corrí, como Rocky, con ansias de superación y de demostrar al Mundo entero que soy el mejor...



    En sólo seis horas llegué al Parque de María Luisa... Ya sé que diréis que vivo a diez minutos del parque, pero os aseguro que el autobús tarda el doble. Y yo iba corriendo, corriendo, corriendo.... Igual que mi ídolo, igual que mi Rocky Balboa.... Y como  él, en cuanto estuve en el parque, los niños empezaron a correr detrás mía con sus gritos jubilosos y animadores.  Hay quien dice que había una excursión de Secundaria y que cuando desayunaban tumbados en el césped, le pisé la mano a uno y a otro el bocadillo de chope. No sé. No tengo qué decir.  Creo que es envidia o ganas de denigrarme.  


   Me quedo con esa imagen entrañable de cientos de chicos (¡y hasta profesores!) siguiendo mi estela y dándome ánimos para correr con un ímpetu hasta entonces desconocido... "¡te amamos! ¡te amamos más y más, campeón!", escuchaba que decían a mis espaldas. O  "¡te amamo a matá, cabrón!", algo parecido. Y entonces ví ante mí la hilera de bancos. Una larga hilera como los que Rocky va saltando de uno en uno. Y apreté el ritmo. Salté el primero y me sentí volar, más que nada porque se me enganchó absurdamente el tobillo izquierdo y me di de bruces con una de las columnas de la glorieta que hay en el centro del Lago de los Cisnes. Pero también en el vídeo de Rocky vuelan las palomas cuando Rocky corre, ¿no...? ¿Qué más dan palomas o patos o hasta dos ranas?


    Cuando hice abdominales, le pedí a mi amigo el frutero que me ayudara. Tal y como hace Rocky, me tumbé boca arriba y empecé a darle caña, subiendo y bajando, subiendo y bajando con las manos apoyadas en mi nuca, una vez y otra, mientras mi amigo el frutero se comía un coco con la cáscara y me daba puñetazos en el estómago. Es un tipo algo bruto, pero no es malo.  Todo fue bien hasta que empezó a salirme espuma por la boca, como a un sobreviviente de un naufragio.  No era espuma de mar y además salieron por el aire ocho aceitunas y medio montadito de melva, así que le dije al frutero que pagara las seis cervezas y se fuera ya a la frutería y le diera puñetazos a un melón, no te jode.



    Y ya solo me quedaba la Escalera. Porque mi Rocky Balboa sube una escalera y yo no puedo ser menos. De vueltas al barrio (mientras todo el mundo me saludaba con entusiasmo  y me seguía, desde basureros a policías de tráfico, desde alumnos de excursión a profesores, desde patos hasta palomas y gaviotas); cuando llegué a casa, digo, ya solamente me faltaba mi ESCALERA...



    Y ahí sonó la campana. Esa campana con la que empieza la banda sonora de los entrenamientos de ROCKY.



    Ese TANG que revienta los oidos, que acalora las salas de cine, que sin saber bien el porqué resuena en tu pecho y te hace estallar el corazón. Ese ¡TANG! que hace que Rocky corra, entrene, sude, ame, recuerde,  sienta, golpee y luche por lo que desea. Y ese ¡TANG! sentí en mi pecho: como una señal de que era la hora de CAMBIAR.



    No era la señal de ser Rocky, no.  No era la señal de ser quien no soy. Ni para bien o para mal. Y si era o es una señal para cambiar, es para cambiar a mejor pero sin dejar de ser lo que soy.  

    
    Ese ¡TANG! y esa Banda Sonora que tanto puede motivar, solamente puede enseñar que los combates se ganan sin imitar a nadie. Los combates no se ganan emulando a nadie. Si sabes correr, corre. Si sabes pelear, pelea. Si sabes amar, ama. Si sabes escribir, escribe. Si sabes hacer reír, haz reír.... Vale lo mismo un boxeador que un payaso.  


    Solamente vale cambiar si recuperas lo que eres y a quien fuiste. Sin desear engañar a nadie, ofreciéndote y dándote a valer por lo que has sido. Siempre se aprende y siempre podemos mejorar, pero sin anhelar ser otro.  



    Por eso en mi último Gran Reto, simplemente por coraje y rabia..., delante de la Escalera decidí ser quien soy. Volví a escupir al ascensor y subí a pie. Con la música de ROCKY en mis oídos, pero sin prisas: no olvidando nunca que mis combates solamente puedo ganarlos cuando escribo.  Cuando amo lo que siempre he amado y cuando sigo siendo quien soy y sigo amando siempre lo que amé . No desengañar a nadie es la única manera de salir al cuadrilátero y no dejarte vencer.  Mi bolígrafo es tan fuerte como un puño y mi corazón tan duro como el papel. 



    Subí mis escaleras, sí. Quizás un poco más deprisa de lo que siempre las he subido. Pero siendo consciente de que ya las subía yo mucho antes de que las subiera ROCKY. 


-- Running para novatos.

¡Y SEGUIMOS PONIÉNDONOS EN FORMA.... MÁS O MENOS!


    Ya dejé constancia hace poco de qué manera ese vídeo de Rocky que colgué en estas mismas páginas, me motiva y me hace dar todo de mí. Y ahí sigo. Intentando superarme. Y si antes me motivaba solamente la Banda Sonora, ahora me motivan las imágenes de la peli e intento emularlas cada mañana.... En verdad, que me siento Rocky (no sé exactamente cuál, porque  hay muchos).  Pero es impresionante lo que día a día voy consiguiendo...

    
    El primer día, llevado de mi ansia de superación, perdí 1360 calorías en solamente diez minutos, ¡1.360 calorías, Dios...! Oh, ya sé que salí demasiado aprisa de casa y  que me dejé la bolsa con mis dos hamburguesas de pollo y papas fritas encima de la mesita de noche, además de dos latas de cerveza en el frigo, pero joder, ¡son 1360 calorías perdidas en solamente diez minutos, lo que tardé en darme cuenta de mi estúpido olvido!


    Salí de casa, ya digo, con una voluntad hercúlea (porque me pesaba her culo) y apoyándome con una sola mano, tal y como hace Rocky, salté la valla de mi casa. No vivo en una casa, sino en un bloque de pisos y la única valla que hay es la de los aparcamientos.  

    La salté airosamente y me comí, literalmente, la señal de Stop que hay después de la valla. Tampoco se me puede pedir más. Un camión que recogía la basura a esas horas de la noche se detuvo unos instantes y tocó la boxina  y los basureros que iban agarrados atrás me animaron con gritos de júbilo, "¡adelante, adelante!",  o quizás "¡los dientes, los dientes...!"  Sea lo que fuere no aplaudieron porque se hubieran caído del camión de una manera demasiado tonta. Pero ese aliento que me daban (o desprendían) me animó a seguir corriendo, corriendo...


    Ese primer día, creo que me hice más de dos kilómetros. O al menos eso decía mi calculadora de bolsillo pegada con cinta aislante al hombro, porque aún no tenía apepés de esas que te avisan cuando el bulbo raquídeo te va a salir por la nariz o el pulmón izquierdo va a dejar la calle hecha una mierda. Pero aseguro que llegué a casa y me miré al espejo y me sentí un hombre nuevo, un hombre totalmente desconocido.... aunque solo fuera porque había perdido las gafas y un pequeño atisbo de embolia cerebral me hacía torcer la boca a un lado y sostener el cigarrillo entre la nuez y el cuello de la camisa.



    Los demás días, me he ido superando. Ya abro la valla de los aparcamientos con el mando a distancia, en vez de saltar sobre ella. Parecerá una tontería, pero es algo que te motiva, saber que en esta vida puedes sobrepasar todos los obstáculos que te propongas con solamente poner un poquito de tu parte. Y corrí y corrí y corrí, como Rocky, con ansias de superación y de demostrar al Mundo entero que soy el mejor...



    En sólo seis horas llegué al Parque de María Luisa... Ya sé que diréis que vivo a diez minutos del parque, pero os aseguro que el autobús tarda el doble. Y yo iba corriendo, corriendo, corriendo.... Igual que mi ídolo, igual que mi Rocky Balboa.... Y como  él, en cuanto estuve en el parque los niños empezaron a correr detrás mía con sus gritos jubilosos y animadores.  Hay quien dice que había una excursión de secundaria y que cuando desayunaban tumbados en el césped, le pisé la mano a uno y a otro el bocadillo de chope. No sé. No tengo qué decir.  Creo que es envidia o ganas de denigrarme.  

.
.   Me quedo con esa imagen entrañable de cientos de chicos (¡y hasta profesores!) siguiendo mi estela y dándome ánimos para correr con un ímpetu hasta entonces desconocido... "¡te amamos! ¡te amamos más y más, campeón!", escuchaba que decían a mis espaldas ... ó "¡te amamo a matá, cabrón!", algo parecido. Y entonces ví ante mí la hilera de bancos. Una larga hilera como los que Rocky va saltando de uno en uno. Y apreté el ritmo. Salté el primero y me sentí volar, más que nada porque se me enganchó absurdamente el tobillo izquierdo y me di de bruces con una de las columnas de la glorieta que hay en el centro del Lago de los Cisnes. Pero también en el vídeo de Rocky vuelan las palomas cuando Rocky corre, ¿no...? ¿Qué más dan palomas o patos o hasta dos ranas?


    Cuando hice abdominales, le pedí a mi amigo el frutero que me ayudara. Tal y como hace Rocky, me tumbé boca arriba y empecé a darle caña, subiendo y bajando, subiendo y bajando con las manos apoyadas en mi nuca, una vez y otra, mientras el frutero se comía un coco con la cáscara y me daba puñetazos en el estómago. Es un tipo algo bruto, pero no es malo.  Todo fue bien hasta que empezó a salirme espuma por la boca, como a un sobreviviente de un naufragio.  No era espuma de mar y además salieron por el aire ocho aceitunas y medio montadito de melva, así que le dije al frutero que pagara las seis cervezas y se fuera ya a la frutería y le diera puñetazos a un melón, no te jode.



    Y ya solo me quedaba la Escalera. Porque mi Rocky Balboa sube una escalera y yo no puedo ser menos. De vueltas al barrio (mientras todo el mundo me saludaba y me seguía, desde basureros a policías de tráfico, desde alumnos de excursión a profesores, desde patos hasta palomas y gaviotas, desde jardineros del parque hasta vendedores de cocos, desde fruteros hasta avistadores de ovnis y catalogadores de especies únicas); cuando llegué a casa, digo, ya solamente me faltaba mi ESCALERA...



    Y ahí sonó la campana. Esa campana con la que empieza la banda sonora de los entrenamientos de ROCKY.



    Ese TANG que revienta los oidos, que acalora las salas de cine, que sin saber bien el porqué resuena en tu pecho y te hace estallar el corazón. Ese ¡TANG! que hace que Rocky corra, entrene, sude, ame, recuerde,  sienta, golpee y luche por lo que desea. Y ese ¡TANG! sentí en mi pecho: como una señal de que era la hora de CAMBIAR.



    No era la señal de ser Rocky. ¡Noooo! No era la señal de ser quien no soy. Ni para bien o para mal. Y si era o es una señal para cambiar, es para cambiar a mejor pero sin dejar de ser lo que soy.  

    
    Ese ¡TANG! y esa Banda Sonora que tanto puede motivar, solamente puede enseñar que los combates se ganan sin imitar a nadie. Los combates no se ganan emulando a nadie. Si sabes correr, corre. Si sabes pelear, pelea. Si sabes amar, ama. Si sabes escribir, escribe. Si sabes hacer reír, haz reír.... Vale lo mismo un boxeador que un payaso.  


    Solamente vale cambiar si recuperas lo que eres y a quien fuiste. Sin desear engañar a nadie, ofreciéndote y dándote a valer por lo que has sido. Siempre se aprende y siempre podemos mejorar, pero sin anhelar ser otro.  



    Por eso en mi último Gran Reto, simplemente por coraje y rabia.... delante de la Escalera, decidí ser quien soy. Volví a escupir al ascensor y subí a pié. Con la música de ROCKY en mis oidos, pero sin prisas: no olvidando nunca que mis combates solamente puedo ganarlos cuando escribo.  Cuando amo lo que siempre he amado y cuando sigo siendo quien soy y sigo amando siempre lo que amé . No desengañar a nadie es la única manera de salir al cuadrilátero y no dejarte vencer.  Mi bolígrafo es tan fuerte como un puño y mi corazón tan duro como el papel. 



    Subí mis escaleras, sí. Quizás un poco más deprisa de lo que siempre las he subido. Pero siendo consciente de que ya las subía yo mucho antes de que las subiera ROCKY. 


martes, 6 de septiembre de 2016

-- Arroba sin arrobo.

¿Y PARA CUÁNDO EL FELIZ DÍA DEL TONTO INTEGRAL ó
DE LA TONTA DEL CULO? 
     
     Porque ya puestos, habrá que celebrar de todo.
      
     Y en un país de analfabetos como parece ser éste (y no nombro a las analfabetas por puro respeto a la lengua) ya pienso que lo más normal sería llamar a los Pasos de Cebra algo así como Paso de Caballos o Paso de Cabrones.
      
     Y que se haga la Comunión o se haga la Comuniona. 
     
     Y que al pene se le llame pena (y no quiero señalar). 
     
     Y que si es niña con problemas, que sea una cesárea y si es niño que sea cesáreo. Y por sugerir, pues mire usted, que no quede todo en las alforjas o en los alforjos. Que vivan los pediatros, que vivan los dentistos, que vivan catequistos y que viva el padre que nos parió. 
     
     Porque es lo que tienen las redes (o cebos) socialas: que propagan las tonterías hasta límites insospechados. Y fuera coña. O fuera coño: os juro que me parto de risa cuando veo a los gilipollos de la arroba. Perdón. GILIPOLLAS. Me parto de risa viendo a tanto tonto y tanta tonta (aquí es permisible la distinción) partiéndose los dientes por una vocal.... Hablando de que la lengua es sexista. Ignorando, quizás, que el sexo fue antes que el sexismo. Haciendo el más grande de los ridículos. Obviando las más elementales normas de la gramática clásica, griega o latina, que a estos páramos nos han traído... 
     
     Lo siento. Pero mis distinciones gramaticales solamente distinguen entre analfabeto o analfabeta. O entre tonto y tonta. O entre imbécil e imbécil o idiota o idiota. Lo mismo es, por mucha arroba indignada que le pongas.... ¿a que se entiende y te das por aludido? Pues eso.


domingo, 4 de septiembre de 2016

-- Enseñar el Culo.

     En mis 50 años de vida, no he conocido un PUTICLUB más grande que las denominadas Redes Sociales.Y mira que he conocido Puticlubs.... ufff... 
     
     Lo que admiro de los Puticlubs es su discreción, porque  me consta que mi culo nunca será público. 
     
     Desde el momento en que nos conectamos a internet, sabemos a lo que vamos y sabemos dónde nos metemos: nos desnudamos para el mundo entero. Nuestras opiniones, nuestros deseos, nuestras ideas, nuestros miedos, nuestras neuras, nuestras pesadillas, nuestras ilusiones, nuestros sentimientos.... todo, todo, todo, poquito a poco y a lo tonto a lo tonto, lo vamos volcando cara al público. 
     
     No nos damos siquiera cuenta de lo que hacemos. Pero cualquier Red Social es exactamente igual que ese Puticlub, donde siempre se folla deprisa y mal, y siempre con los calcetines puestos.... ¡habrá cosa más fea! 
     
     No nos quejemos. No nos hagamos los tontos. Con cada línea que escribimos, nos estamos desnudando ante el Mundo Entero. Y lo sabemos. En las Redes Sociales, somos esas putillas o esos putillos que poco a poco se desnudan CONSCIENTES de lo que hacen.... No vengamos ahora a decir que nos quitaron la ropa: nos las quitamos nosotros cada día. Y delante de cientos o miles o millones de personas. Delante del mundo entero.
      
     INternet no tiene la discreción de esos viejos puticlubs de barrio o de carretera. En Internet, todos sabemos que tarde o temprano nos verán el culo y los calcetines puestos. Seamos consecuentes con lo que hacemos y lo que decimos. 
     
     Y no culpemos a nadie por fotografiarnos el trasero: basta con no enseñarlo.